Tormentos de mentiras

Por: Orión Mejía, periodista.

Lo que hoy se define como Fake News, (divulgación de noticias falsas), o “Posverdad”, (distorsión deliberada de una realidad), antes del internet eran rumores callejeros, infamias o expresiones afrentosas puestas a circular a través de medios escritos y radiales, instigados o patrocinados por grupos de intereses o esferas del poder.

En esta era de la comunicación digital circulan cada minuto ciclones, tormentas, terremotos o tsunamis de mentiras y distorsión de sucesos con intención de inocular veneno de mentira o extravió de verdad en el ánimo público para obtener ganancia política, corporativa, geopolítica o muchos “likes”.

Hoy en día, identificar la veracidad en cualquier tipo de mensaje tramitado o comercializado a través del universo de internet resulta tan difícil como localizar un alfiler dentro de un pajal, porque mentir, difamar e insultar se han convertido en práctica común que no colisiona con la moral ni la ética, y la mayoría de las veces, tampoco con la ley.

El ciudadano ordinario ha perdido la noción de la verdad o la mentira, a menos que indague la realidad de lo acontecido en fuentes tradicionales como prensa escrita, TV o radio, aun cuando esos medios también divulguen contenidos a través de redes sociales.

En esta semana se divulgó por Internet que el gobernador de Texas habría dicho que deportaría al mismo Dios, si pernoctaba en Estados Unidos en condición de inmigrante irregular, que el partido ultra “Vox”, promete deportar de España a ocho millones de inmigrantes, pero ambas informaciones fueron definidas como Fake News.

Lo que si fue confirmado ha sido la construcción de una cárcel para inmigrantes rodeados de cocodrilos en La Florida, que Vox reclama que el Partido Popular acoja su pedido de deportaciones masivas para concertar una alianza electoral, y que un juez federal bloqueó el decreto del presidente Trump que elimina el derecho a la ciudadanía por nacimiento.

La Inteligencia Artificial se emplea hoy como maquinaria de producir, divulgar y expandir falsedades sobre asuntos vitales para la propia convivencia de la humanidad, como la situación de la guerra entre Rusia y Ucrania, la masacre contra Gaza y la posibilidad de Irán de construir una bomba nuclear y la guerra de aranceles.

Lo mismo que en cualquier parte, en República Dominicana nada es verdad ni es mentira, porque todo lo que se difunde o se “viraliza” tiene proviene de alguna manufactura de poder mediático, de grupos de intereses corporativos o políticos o de mucha gente que cada día persigue a cualquier costo en las redes su día de gloria.

Al Estado corresponde garantizar el derecho constitucional de los ciudadanos de recibir información veraz y de calidad, lo que en gran medida sería posible con la promoción de políticas educativas y formativas incluidas, estatuto jurídico sobre prensa, difamación e injuria acorde con los tiempos y aplicación irrestricta de la ley.