La muerte de las organizaciones populares

Por: Petra Saviñón, periodista.

De repente las organizaciones populares han recesado en sus reclamos y solo de vez en cuando algún gremio profesional alza su voz para demandar. Sobre todo, aumento de sueldo o ante una causa específica, alguna persona mediática convoca a manifestación.

Mas, están silentes los movimientos que formaban bloques en los barrios para protestar contra el alto costo de la vida, la inseguridad, los apagones, y tantos males. Activistas aseguran que la merma es por la infiltración del gobierno y de empresarios que permean hasta las elecciones de las juntas de vecinos.

Indican que cada quien jala pa su lao y que los “líderes” comunitarios toman prebendas y reparten a su antojo los servicios que deben llegar a la población vulnerada. Esto es tarjeta Solidaridad, bonos gas y luz, y hasta la “cajita” que dio el Instituto de las Telecomunicaciones para televisión digital.

A otros los invade el desaliento, la indiferencia gubernamental, como convencidos de que por más que la gente denuncie, nada cambiará.

Qué pena. Esos espacios constituían  una unión firme de entidades barriales, religiosas, comités de amas de casa, dirigentes estudiantiles, partidos de oposición, sobre todo de izquierda, que a lo mejor buscaban posicionarse, pero ahí estaban. Ahora ya es pasado.

Aunque aún existen grupos, no actúan aunados y la dispersión de la lucha debilita el objetivo. Así, zonas conocidas por su historial reivindicativo, de moradores aguerridos, de una población juvenil interesada en las causas sociales, están sumidas en una pereza moral que espanta.

Jóvenes y adultos ocupados en lo suyo en un tren de vida agobiante e incitada por factores como la drogadicción, la música que invita a la vida ligera, a gozar el hoy, al dinero fácil.

¿Qué le dejan a los que vienen, a los niños, cuál es el estímulo, la guía  a seguir para esa pobre generación que avanza sin rumbo?