Cuando la deshonestidad es la norma

Por: Petra Saviñón, periodista de RD.

Gente que cobra por un trabajo y no lo hace, que encarga una labor y no la paga. Trabajo pagado y no realizado, trabajo realizado y no pagado, son los términos  en justicia para proceder contra estos abusadores.

Personas que toman prestado y violan sus propios plazos, que cogen fiao y no saldan, que mienten de forma descarada para justificar su comportamiento  o que ni siquiera dan una respuesta a su falta de compromiso.

En la comunidad, con el trajín diario, en el ambiente laboral, en cualquier parte en la que haya humanos, estamos propincuos, cerquita de correr el riesgo de ser engañados.

La deshonestidad viste todas las marcas, anda en andrajos, en saco y corbata, en finas prendas, por donde quiera desfila con su aroma disfrazado, mas siempre detectable.

Esa desvergonzada tiene piel, pelo, cara  de cualquier color,  tesitura y forma.  Claro, que género también. Es hombre, mujer, alta, baja, iletrada, culta, simpática, grosera. Tan diversa, la malvada.

La condición nefasta ha tomado el lugar de uno de los principios fundamentales que cimentan a la sociedad, el de su antagónica la honestidad.

En este universo en el que na e na, hay seres a los que no les sube el rojo al rostro para timar y luego hacerse los desentendidos, y hasta estrujar la dignidad de aquellos a los que engañan y voltear la torta para aparentar víctimas de sus víctimas.

Por eso andan campantes, sin peso alguno en el alma, o disimulado bien, los que dedican sus horas a fabricar trampas a la moral, a quedar mal sin que esto les traiga consecuencia (hasta algún día)y hasta a dar cátedras de buen comportamiento, incluso en los medios de comunicación.

Jesumaríayjosé.