Las apariencias engañan, abren y cierran puertas, aún

Por: Petra Saviñón, periodista de RD.

A estas alturas y quién sabe por cuánto tiempo más, la mejor carta de presentación es todavía la apariencia, por más que entonemos que la gente no ha de ser juzgada por la forma en la que viste ni por su aspecto físico, lo que incluye peso y hasta tamaño.

Es mentira que haya grandes progresos y que ya la sociedad, a la que de todo culpamos como si esa no fuésemos nosotros mismos, no dé mente a esas trivialidades.

Que sí, que hay mejoras, porque en cuanto al cabello, por ejemplo, están los avances y que las mujeres no tienen como antes desde la adolescencia la presión para pasarse el desrizado, nombre que cambió luego a alisado, porque dizque ese producto químico es más suave.

No obstante, el llevar el pelo rizado  o crespo “afro”  parece más una moda  que una asunción de identidad y de amor propio, de respeto por la esencia individual. Tanto, que incluso hay “extensiones” en esos tipos.

En demasiadas ocasiones la aceptación deviene de la conversión en moderna de una condición rechazada y aunque la estrategia rinde frutos, la esencia puede quedar perdida y no crear conciencia.

Así en cantidad de situaciones  y si en el punto del cabello, ahora las féminas no reciben insultos por andar con sus moños como la naturaleza los dotó, aún faltan demasiados escollos que eliminar, trabas que impiden incluso el acceso a servicios públicos.

No acaban las restricciones para acceder a espacios del Estado, que como dicen que dijo Luis XIV “soy yo”, y aunque su intención no era democrática, si era él y somos todos, no solo el rey, el presidente, el que manda.

Prohibido entrar con jean y si aceptan que no sean rotos, con tenis, sin mangas. Las damas en licras, ni faldas cortas, los hombres en camisetas, sandalias o bermudas y así reglas y reglas.

Normas al parecer redactadas por alguien que no entendió que el principal objetivo de las instituciones, o sea de las entidades estatales, es trabajar para mejorar la calidad de vida de la población y no perder el tiempo en banalidades que nada reportan al bienestar colectivo.