El desfase de Guido Gómez Mazara es notorio. Su ego lo está traicionando. Pretender aspirar a la presidencia de la República ahora, no puede aportarle más que recelos y sospechas.
Guido sobreestima sus potencialidades y considera que donde él llega debe dirigir, ser lo máximo sin quemar etapas, o como dicen, pasar centro.
No busca puestos medios de dirección ni cargos de elección a nivel del congreso o cabildo. Lo suyo es el tope, la cumbre.
Bien podría aspirar a senador o diputado pero no, su lugar está en la cima. Aunque no lo logré siempre tendrá argumentos para quejarse y mantenerse en la palestra.
Guido no es de los que sube la escalera por peldaños, de aquellos que muestran credenciales de sus condiciones en algún puesto público, que bien podría tener, es de los que persiguen asaltar el poder en su máxima expresión.

¿Qué gana Guido aspirando a la presidencia? Nada excepto mantener una confrontación innecesaria, ofrecer desde adentro municiones al enemigo, si es que él no forma parte de ellos.
Guido sabe que no cuenta con la más mínima posibilidad de ser el candidato presidencial del PRM en el 2024. Y, aunque un allegado nos diga que es preparándose para el 2028, no parece ser la fórmula más acertada.
Si bien para la presidencia del partido tenía elementos válidos, pues muchos objetaban la actual dirección y preferían alguien a tiempo completo, con la candidatura presidencial no es para nada igual.
A decir verdad mi preferido para dirigir el partido era alguien que no se mencionó: Andrés Bautista, el presidente histórico del PRM. Siempre pensé que era una forma de reivindicarlo del atropello que se cometió en su contra, además de que tiene un aval envidiable en esa cargo.
Luis Abinader es el candidato natural para las elecciones del 2024, su fortaleza va más allá de las fronteras de su partido y es una osadía innecesaria pretender hacerle sombra.
Me temo que Guido pudiera llevar la situación a niveles extremos, como parece ser su conducta, y tener en un futuro no muy lejano que formar tienda aparte, pues no tendría cupo en ninguna otra organización mayoritaria, al menos para ser presidente de la misma o su candidato presidencial.
Lo lamentable del caso es que él no luce ser de las personas que recapacitan y enmiendan errores como el actual, si no que tienden a profundizarlo y ese sería su abismo.
Reconozco que está en todo su derecho y así como he coincidido con él en la mayoría de sus decisiones políticas, me toca ahora disentir.
Diciéndole esto no confío ni mínimamente en que logre recapacitar. Quizás si lo hacen sus más íntimos allegados entre en razón y no arruine su futuro político.