Por: Felix Santana García, economista.
Desde que inició la administración Abinader a regentar el Estado Dominicano, esta se ha caracterizado en mejorar la calidad de vida de los dominicanos, haciendo hincapié en: alimentación, vivienda, salud, educación y en reactivar la economía y las finanzas públicas de la nación dominicana.
Se recuerda que dicha gestión se enfrentó en 2020 a una amenaza despiadada, como la pandemia Covid-19, una guerra sin enemigos visibles, pero también con una economía y finanzas disminuidas por la mala administración de la cosa pública de parte de las autoridades anteriores a las gestiones del gobierno de los últimos casi 5 años.
Ha sido una gestión de gobierno enfrentando: amenazas, retos y debilidades, heredadas del pasado y, como si fuera poco con los efectos de las crisis de los mercados financieros externos, problemas de inflación importada, originada por la guerra Rusia-Ucrania, provocando desabastecimiento de los principales commodities, bienes e insumos para la producción.
Realmente fue toda una odisea, al iniciar una nueva gestión de gobierno adornada de retos, amenazas, sin conocer cuál iba ser el desenlace final o, sobre qué terreno movedizo se caminaba.
Todos estos acontecimientos llevaron al gobierno que preside el presidente Abinader, ser creativo, resiliente, a mostrar valentía en la toma de decisiones oportunas y adecuadas, conforme el vaivén o a tono con los eventos económicos y financieros globales.
De esta forma se accionó con prontitud, con proactividad para hacer frente con determinación a los tantos retos que las circunstancias les imponían a las autoridades gubernamentales del año 2020 hasta el presente 2025.
La anterior dio lugar a que se tomarán decisiones monetarias y fiscales para evitar que la economía y las finanzas locales se fueran a pique o a la ruina, medidas que surtieron los efectos esperados a pesar de los sacrificios por los cuales se vio sometida la nación dominicana pero a pesar de ello, los frutos positivos fueron los esperados.
Tales como el turismo recuperado, economía reactivada, finanzas disciplinadas, crecimiento macroeconómico igual o casi al potencial de la economía dominicana.
Estabilidad de la tasa de cambio, aumento de las inversiones extranjeras directas, aumento de visitantes al país, incremento de las exportaciones dominicanas, aumento de las remesas, en fin una economía en pleno apogeo, a pesar de las vicisitudes que tuvo que enfrentar desde sus inicios la administración Abinader.
Pero sucede que estos aspectos que han caracterizado la gestión de las actuales autoridades no han cesado totalmente, en lugar de ello se han recrecidos, pues no ha pasado un día que los retos y amenazas económicas, comerciales y financieras no se presenten con nuevas características, afectando los cimientos mismos de la economía dominicana y global.
Con la asunción del presidente Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, el mundo ha vivido una serie de amenazas, afectando la economía y finanzas de los países, debido a los aumentos de los aranceles que han puesto en vilo a casi todos los países del mundo.
Así también, al incrementarse y extenderse las acciones bélicas entre países que no estaban participando en las luchas de intereses económicos, geopolíticos y religiosos, que originalmente iniciaron las conflagraciones, que por gran tiempo componían el escenario de la repartición del mundo y la lucha por el Litio, Tierra Negra y Petróleo.
Toda acción guerrera o de índole económica, afecta al país como también a todas las naciones en este mundo interconectado, un mundo globalizado, sin fronteras, sin límites.
Ahora el país y el mundo se enfrentan a una nueva amenaza como es el hecho del incremento de las acciones bélicas, además de Israel y Palestina (Hamas), Rusia y Ucrania, Israel, Irán y Estados Unidos, este último que no estaba participando directamente en la guerra.
Ahora se complica con la participación del país del norte de América, con posibilidad de que intervengan otras naciones, como la India, Paquistán, China y Rusia.
Recrudecimiento bélico que pudiese llevar al mundo al borde de una guerra mundial, con consecuencias impredecibles, afectando las estructuras mismas de las naciones.
Mientras el mundo se debate ante tantos retos, incertidumbre y amenazas, las autoridades gubernamentales de la República Dominicana, día a día se mantienen buscando mejorar las condiciones de vida de los dominicanos.
En los últimos días, la máxima autoridad del Banco Central de la República Dominicana (Junta Monetaria), decidió tomar medidas de estímulos monetarios para continuar activando la economía.
En ese sentido, la entidad emisora dominicana, decidió liberar unos RD$81 mil millones del encaje legal a favor de sectores productivos, los cuales podrían tener un impacto positivo en la economía dominicana en el mediano plazo.
Sin lugar a dudas, la efectividad de esta medida dependerá de la correcta canalización de los RD$81 mil millones y, de la superación de barreras estructurales, como la informalidad empresarial, situación financiera, como la escasez de mano de obra, con lo cual se garantiza el aumento del Producto Interno Bruto (PIB).
Estas medidas, han sido tomadas en un momento en que las expectativas de crecimiento del PIB han sido revisadas hacia la baja debido a la incertidumbre comercial que impera en el mundo, el bajo crecimiento económico de Estados Unidos, incremento de la inflación de dicho país.
Y a lo interno, debido a las bajas recaudaciones que caracterizaron los primeros meses del año como consecuencia del palpitar económico que hoy afecta al mundo.
Si bien es cierto, que las autoridades monetarias y fiscales han tenido un excelente desempeño en el manejo de sus acciones, comprendidos en sus ámbitos, no menos cierto que las variables exógenas e incontrolables, que a cada momento afectan a la nación dominicana han dado lugar a que se tenga que ajustar la economía a cada momento, evitando con ello que las cosas se salgan de los cauces correspondientes o apropiados.
Hoy el mundo se enfrenta a un nuevo escenario, un horizonte de guerra que podría incrementarse, lo que obligaría a las autoridades monetarias y financieras del país a recomponer las fichas del parché o el ajedrez.
Con estos vientos de guerra que hoy soplan, vientos que darían lugar a preparar un escenario ajustado a tal realidad.
Dicha situación impondría mayor cautela en el gasto, en el manejo de la economía en general del país.
Al vivir en modo de economía de guerra, el país debe reorganizar su industria para asegurar que su capacidad de producción esté configurada de manera óptima.
Al vivir en un ambiente de guerra regularmente se reduce el crecimiento, la guerra aumenta la inflación.
Los precios de los combustibles y los alimentos suben con rapidez, afectando especialmente a los segmentos poblacionales más vulnerables, sobre todo a los países de bajos ingresos.
Surgiría más incertidumbre cambiaria, afectaría la política fiscal instrumentada, debilidad en los mercados internos, aumento del desempleo, bajaría la demanda y la producción.
Inseguridad pública, aumento de precios de insumos y materias primas.
En caso de una guerra mundial, el PIB per cápita disminuiría, debido a una menor productividad laboral y total de los factores de la producción, por la destrucción del capital físico y humano existente.
La falta de inversión de nuevo capital físico y humano, debido a la reducción de las ganancias provenientes del comercio interno y externo.
Los rasgos de un modo a otro, no siempre se dan totales o no siempre afectan por igual a todas las naciones sino que, estos eventos pueden afectar negativamente a muchos países mientras a otros los puede favorecer, al no estar en la línea del frente guerrero directamente.
Lo anterior no se puede asegurar ya que todo dependerá de lo grave del conflicto.
Como las autoridades gubernamentales dominicanas actuales, han demostrado desde los inicios de sus ejecutorias, ser proactivas, eficientes, efectivas y resilientes, no hay dudas que desde ya toman las medidas precautorias para evitar males mayores debido a los efectos de los últimos acontecimientos comerciales y de guerra.
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