Por: Orión Mejía, periodista de RD.
Imagino que el equipo económico del gobierno se reúne en estos días para identificar medidas que mitiguen los efectos del déficit fiscal, cuyo monto ha quedado incólume en el Presupuesto General del Estado 2025, al punto que para afrontarlo se requiere una emisión de bonos soberanos por 350 mil millones de pesos.
Preocupa lo dicho por el director de la carrera de Economía del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), Richard Medina, de que la inversión de capital para el año entrante estará en los niveles más bajos desde 1990: 2.2% del Producto Interno Bruto (PIB).
Ese académico afirma que en el próximo Presupuesto se reduce la inversión pública en casi un 14%, unos 28 mil millones de pesos, en comparación con el que se ejecuta actualmente, lo que se explica porque el gobierno tiene que acomodar un aumento de RD$34,679 millones en pago de intereses de la deuda para 2025.
El presidente Luis Abinader aplica un programa de reducción del gasto público a través de eliminación y fusión de ministerios y otras dependencias oficiales, pero es claro que el ahorro obtenido no alcanza para disminuir el déficit fiscal o afrontar el servicio de la deuda.
Desaliento
La disminución del gasto de capital en un 14%, según sostiene el profesor Medina, es noticia desalentadora, porque disminuiría aún más el ritmo de construcción de escuelas, hospitales, carreteras, presas, caminos vecinales y otras obras de infraestructura.
Sería conveniente que el ministro de Hacienda lleve tranquilidad a los agentes económicos con una enjundiosa explicación de cómo el gobierno afrontaría la brecha entre reducción del gasto de capital (RD$28,000 millones) e incremento del servicio de la deuda (RD$34,679 millones).
Es poco lo que la administración tributaria puede aportar para afrontar esa letal combinación de disminución del gasto de capital e incremento del servicio de la deuda de capital, más aún porque no se prevé ninguna acometida fiscal en 2025, al menos el gobierno la ha descartado.
La anatomía macroeconómica de la nación revela fortaleza con un crecimiento del PIB alrededor del 5%, inflación muy por debajo de la meta fijada por el Banco Central, ingreso anual de más de 40 mil millones de dólares por turismo, remesas, inversión extranjera y exportaciones, reservas internacionales por sobre los US$13 mil millones, comprobada fortaleza y resiliencia del sector de intermediación financiera.
El abultado endeudamiento público obra sobre el cuerpo económico como un silente cáncer prostático, que de no atenderse a tiempo, hará metástasis sobre órganos vitales de la economía, más aun cuando se pretende disminuir su malignidad con el argumento de que la deuda se reduce en proporción al PIB.